Dos texturas, dos sabores. Es
una delicia romper el caramelo con la cuchara y mezclarlo con una crema suave aromatizada con canela y cítricos. Si alguien tenía dudas después de ver la foto, seguro que ya habrá adivinado que hablo de la crema catalana (o crema quemada), un postre tradicional típico del Día del Padre.
Hay quienes la asemejan a la crème brûlée (una
variante francesa que se cuece en el horno al baño María, que se prepara con nata en vez de leche, que se aromatiza con vainilla y que utiliza azúcar moreno para la costra), pero lo cierto, a parte de la diferencia de sabor, es que la textura de la francesa es más similar al flan y la de la catalana se parece más a las natillas.
Rica, barata, rápida y sencilla... ves cogiendo una cuchara, porque esta receta lo tiene ¡¡tooooodo!!
Ingredientes (para cuatro
personas):
500
ml de leche
4
yemas de huevo
25
gramos de fécula de maíz (la clásica Maizena)
75
gramos de azúcar + cuatro cucharadas para quemar
1
rama de canela
Piel
de un limón
Elaboración:
Pela
un limón, con cuidado de coger solo la parte amarilla (la blanca, amarga). Yo,
en este caso, le puse piel de mandarina porque no tenía limones. Echa 350 ml de leche
en un cazo junto con la rama de canela y la piel de limón. Ponlo al fuego a
temperatura media, vigilando para que no cueza y se salga.
En
una jarra echa las yemas de huevo, 75 gramos de azúcar, los 150 ml de leche que
han sobrado y la fécula de maíz (o harina de maíz, la clásica Maizena, sea de esta marca de cualquier otra). Bate con la batidora hasta que esté todo
integrado y sin grumos.
Cuando
la leche del cazo rompa a hervir, retírala del fuego y añádela a la mezcla
anterior a través de un colador, sin dejar de remover con unas varillas hasta
que la mezcla quede homogénea.
Vuelca
el contenido de la jarra en el cazo vacío y ponlo a fuego medio-bajo (yo lo
puse a 4 sobre 10). Sin dejar de remover con las varillas, deja que suba de
temperatura sin que apenas cueza (se puede "agarrar"), hasta que adquiera la consistencia de una
crema. No hay que dejarlo demasiado espeso, porque espesará un poco más al enfriarse (es una textura similar a las natillas).
Echa
la crema en cazuelitas de barro o en unos cuencos y deja que se temple a
temperatura ambiente. Guarda en la nevera hasta el momento de servir.
Cuando
lo vayas a llevar a la mesa, espolvorea cada cazuela con una buena cucharada de
azúcar y quémala con ayuda de un soplete o una plancha.
Debe quedar una capa de caramelo tostado y crujiente en la parte superior.
¡¡Irresistible!!
*A este tiempo hay que sumar lo que tarda en enfriar. Lo ideal es dejarla que repose unas horas para potenciar el sabor y asentar la textura.
0 comentarios
¿Tienes alguna duda? ¿Quieres preguntarme algo o dejar algún mensaje? ¡Hazlo aquí! Me encantará leerlo y responderte.