Pela la cebolla y corta en láminas finas (de unos 2 mm). Echa un poquito de aceite en una sartén y pocha la cebolla a fuego medio-bajo con una pizca de sal. Mantén la sartén tapada y mueve de vez en cuando. Tardará unos 15 minutos en estar bien tierna. Retira a un cuenco y reserva tapado para que no se enfríe.
Pela y lava las patatas. Sécalas bien. Pon bastante aceite a calentar en la sartén anterior. Mientras, corta en rodajas de unos 4 mm las patatas. Queremos que queden finas, pero no demasiado, para que no se pongan muy crujientes al freír. Seca las rodajas y echa a la sartén cuando el aceite esté bien caliente. Prepara un plato con papel absorbente. Cuando las patatas estén hechas (doradas por fuera pero aún tiernas por dentro), saca. Tardarán unos 12 minutos en hacerse. Echa un poquito de sal y, cuando no tengan exceso de aceite, retira el papel.
Fríe los huevos en aceite bien caliente, echando el aceite sobre la yema para que se vaya cubriendo. Corta el jamón. Emplata colocando las patatas, la cebolla, el jamón y el huevo. Añade una pizca de pimentón sobre el huevo. En mi caso lo usé en escamas.
Sirve bien caliente, para que la yema aún esté líquida. Nada más llegar a la mesa, corta en trozos el huevo para que la yema impregne todo el plato.
Trucos y consejos: