Hoy se celebra, por primera vez en la historia, el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Una jornada con la que la ONU pretende poner el foco no solo en la gran cantidad de comida que se pierde cada día, sino también en el trabajo y los recursos que hacen falta para producir esos alimentos, como agua, energía o semillas.
Mientras, el hambre en el mundo sigue aumentando, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se estropean o se desperdician. Son unos 1.700 millones de toneladas al año, cuyo coste supone más de 728 billones de euros anuales. Según los cálculos de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, si lográramos salvar solo una cuarta parte de esos desperdicios, se podrían alimentar 870 millones de personas, que son más de las que padecen problemas de subalimentación (unos 795 millones de personas). Increíble, ¿verdad?
Reducir el desperdicio alimentario se traduce en ahorro económico en casa y ofrece un respiro a los recursos del planeta. Pero, ¿qué podemos hacer para evitar la pérdida de alimentos en casa?
1. Revisa la nevera, el congelador y la despensa
Coloca delante los productos más antiguos y apunta los que tienen fecha de caducidad próxima para incluirlos en tu siguiente menú semanal.
Cuando mires las etiquetas, ten en cuenta la diferencia entre las fechas de consumo preferente y caducidad. La fecha de caducidad indica la fecha a partir de la cual no se puede consumir un alimento; mientras que, a partir de la fecha de consumo preferente, pueden disminuir la calidad o propiedades de un producto, pero sigue siendo comestible.
Ordena los alimentos en la nevera: en la parte superior los alimentos que necesitan poco frío (huevos, lácteos, comida ya preparada); en el centro, los de frío intermedio (carnes, embutidos y pescado fresco); en la parte inferior, los que requieren más frío (frutas, verduras y hortalizas); y en la puerta, los que menos frío necesitan y pueden soportar ligeros cambios de temperatura (salsas, bebidas...).
2. Planifica un menú semanal
Incluye alimentos de temporada, así comerás variado todo el año y consumirás los productos en su momento óptimo, contribuyendo a la sostenibilidad del planeta.
Elige platos que no requieran de mucho tiempo en la cocina. Puedes comer rico y saludable sin tener que cocinar durante horas.
Si haces plato único y te quedas con hambre, siempre puedes acompañarlo de un consomé, una sopa fría o una pequeña ensalada, que están listos en un momento; o añadir fruta y yogur en el postre.
Puedes dejar alguna cena libre para incorporar las sobras y ser flexible con las recetas, sustituyendo un ingrediente por otro si es necesario.
3. Haz una lista de la compra
Evita coger alimentos por impulso. Si compras solo lo que necesitas, desperdiciarás menos comida y ahorrarás dinero.
Además, comprando productos de proximidad ayudas a familias y empresas pequeñas de tu entorno y contribuyes a reducir la contaminación, al necesitar menos transporte para esos alimentos.
4. Cocina raciones adecuadas
Normalmente tendemos a cocinar un poco más “para que no falte” y la realidad es que casi siempre sobra. Sé realista e intenta ajustar las raciones.
Si tienes sobras, intenta acabarlas antes de cocinar nuevos platos o intégralas en ellos.
5. Conserva correctamente o congela
Usa recipientes herméticos para guardar los alimentos frescos o abiertos en la nevera o el congelador. Cierra bien los paquetes que guardas en la despensa o los armarios para que no entren insectos o guárdalos en un tarro de vidrio reutilizado.
Ten en cuenta que envasar al vacío multiplica por cinco la vida de los alimentos, los conserva en mejores condiciones y previene que se quemen en el congelador.
Si haces doble de raciones para tener para dos veces, conserva o congela en cuanto esté frío.
Si vas a congelar pan, hazlo cuanto antes: cuanto más tierno lo congeles, más tierno estará al descongelarlo. Si ya está duro, en vez de congelarlo puedes convertirlo en pan rallado, usarlo para hacer una sopa o un pudding o secarlo en el horno en pequeñas rebanadas para tener pan tostado.
6. Reutiliza las sobras
Si no habéis comido todo lo que has preparado, puedes congelar raciones para otro día o usar esas sobras para preparar nuevos platos. Sopa de picadillo, croquetas, cremas, revueltos con huevo o tortilla, lasaña o canelones, combinado con arroz o pasta... hay muchas ideas para cocinar con restos y no desperdiciarlos.
Si tienes alguna fruta u hortaliza ‘fea’ o demasiado madura, puedes hacer mermeladas, conservas, batidos o postres. Y aprovecha las puntas de las hortalizas, las partes más duras de las carnes o las espinas y cabeza de pescado y marisco para preparar caldos.
Y tú, ¿cómo contribuyes a evitar el desperdicio alimentario?